domingo, 19 de febrero de 2012

Soneto XLIV

Sabrás que no te amo y que te amo
puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio,
el fuego tiene una mitad de frío.

Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito
y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.

Te amo y no te amo como si tuviera
en mis manos las llaves de la dicha
y un incierto destino desdichado.

Mi amor tiene dos vidas para amarte.
Por eso te amo cuando no te amo
y por eso te amo cuando te amo.

Pablo Neruda

Escribo tu nombre

En el fuego gloriado
Escribo tu nombre 
 
En la carne que se brinda
en las frentes amicales
en la mano que se tiende 
escribo tu nombre

en el cristal de sorpresas
en estos labios atentos
por encima del silencio
escribo tu nombre

En mis refugios caídos
en mis faros derrumbados
en los muros de mi tedio
escribo tu nombre

En la ausencia sin deseo
en la soledad desnuda
en la raya de la muerte
escribo tu nombre 
 
En la salud recobrada
en el peligro esfumado
en la espera sin memoria 
escribo tu nombre

Por el poder de un vocablo
yo recomienzo mi vida
solo he nacido por verte
por nombrarte
 
Libertad.
P. E.

Testamento de miércoles

Quiero aclarar que este testamento
no es el corriente colofón de vida
más bien se trata de un legado frágil
vigente sólo hacia el final de un día


digamos pues que lego para el jueves
las inquietudes que me puso el martes
cambiadas sólo un poco por los sueños
y esa tristeza que es inevitable.


Lego una nube de mosquitos y una
computadora que no tiene pilas
y hasta mi soledad con la esperanza
de que mis legatarios no la admitan.


Lego al jueves cuatro remordimientos
la lluvia que contemplo y no me moja
y el helecho ritual que me intimida
con la vieja elegancia de sus hojas.


Lego el crujido azul de mis bisagras
y una tajada de mi sombra leve
no toda porque un hombre sin su sombra
pierde el respeto de la buena gente.


Lego el pescuezo que he lavado como
para un jueves de horca o guillotina
y un talante que ignoro si es recato
o estupidez malsana o alegría.


Lego los arrabales de una idea
un tríptico de espejos que me hiere
el mar allá al alcance de la mano
la hiedra que abanica las paredes.


Y sólo ahora pienso que en mi árbol
en mis brumas sin rostro y en mi vino
me quedan por legar tantas historias
que alguna se me esconde en el olvido.


Así que por si acaso y por las dudas
y para no afligir a quien me herede
las dejo para otro testamento
digamos el del viernes.




Mario Benedetti